Agencias SPI
Xalapa, Ver. – Durante enero y febrero de 2023 se perpetuaron al menos 147 asesinatos de mujeres con crueldad extrema, mientras que 2022, cerró con un total de 801 casos, dio a conocer Causa en Común.
Informes de la organización, revelaron que en sus conteos de atrocidades registradas en medios de comunicación en el bimestre enero y febrero de este año, se registraron en promedio 18 casos de mujeres violentadas cada semana, lo que significó 2.5 cada día.
Los estados del país que más casos de crueldad extrema en contra de las féminas, en ese lapso de tiempo, fueron Baja California (al menos 15), Oaxaca (al menos 14), Chihuahua y Guanajuato (al menos 12 cada uno) y Guerrero (al menos 11).
En cuanto a la Galería del horror: atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios periodísticos en 2022, fue el registro de al menos de 1,793 casos de tortura; 808 casos de mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáveres; 801 asesinatos de mujeres con crueldad extrema y al menos 500 masacres.
En promedio se registraron 17 atrocidades cada día.
Durante el año pasado, las atrocidades se incrementaron en casi un 17 por ciento respecto al 2021, al pasar de 5,334 a 6,217 eventos. Hubo un incremento mes por mes a lo largo de todo el año, con la excepción del mes de julio.
Las atrocidades que más incrementaron durante 2022 respecto a 2021 fueron violación agravada en 235 por ciento; asesinatos de periodistas en 89 por ciento; asesinatos de mujeres con crueldad extrema aumentó en un 65 por ciento y; tortura aumentó en un 56 por ciento,
El asesinato de mujeres con crueldad extrema fue la tercera atrocidad que más se registró en el país con, al menos, 801 casos, un promedio de 67 al mes. De igual forma se acumularon al menos 359 asesinatos de niñas, niños y adolescentes, en promedio 30 niños al mes.
Asimismo, Causa en Común preciso que además de la violencia crónica en el país, hay un serio problema de subregistro de delitos dado que la ciudadanía no los denuncia por falta de confianza en las instituciones.
Afirma que sobresalen cada vez más los indicios de probables manipulaciones de las cifras sobre inseguridad, tanto en los decrementos como los incrementos “atípicos”, que son cada vez más la norma.