Auricela Castro García
Córdoba, Ver. – Nostalgia, tristeza e impotencia es lo que siento ante el cierre de El Mundo, es algo indescriptible, la enfermedad y la misoginia de una persona que estaba por encima de mi que no era un Arróniz, provocaron mi salida.
Aún recuerdo cómo si fuera ayer mi primer día en El Mundo de Córdoba, un 28 de enero de 1986, gracias a la confianza que me brindó el doctor Othón Arróniz Báez y posteriormente su familia.
Ahí fue dónde me inicié y crecí profesionalmente, gracias a las enseñanzas del señor Manuel Guzmán, Manuel Castillo, Agustín García, Guillermo Reyes y tantas personas que me ayudaron en mi crecimiento, hasta llegar a subdirectora y posteriormente directora de El Mundo de Orizaba.
Esa es una de las más importantes en mi vida, logré integrar un gran equipo de profesionales, todos y cada uno de ellos comprometidos con su profesión, la mayoría egresados de la Universidad Veracruzana, y aún los que no tenían profesión hacían una gran y destacada labor.
A estas personas les agradezco esta bella etapa en mi vida, a don Víctor Flores, Roberto Báez, Víctor Huerta, Ariel Gutiérrez, Roberto Blanco ( qepd) Silvia Jiménez, Yolanda Cadó, Carlitos Ochoa, Francisco Cambambia, Verónica Carbajal, Matilde de los Santos, Leobardo Lima, Ernesto Lima, Julieta Zambrano, Susana Castillo, Irais Portillo, Gabriel Lagos, Francisco Hernández, Alejandro Payán, José Luis Rodríguez, Eduardo Ramos, a las encargadas de publicidad Mary Báez, Angelina Sánchez, Paty Oyosa, Caritina Vásquez.
A los columnistas, el Picapedrero, Carlos Gómez Grajales, Guillermo García Mendoza, Octavio Rodríguez, los caricaturistas, Ángel Ramos (a) Sio, Rochagarfias y tantas personas que me apoyaron y si no los menciono es porque no recuerdo sus nombres, a todos ellos gracias por haber hecho de El Mundo de Orizaba el mejor periódico de la región y del estado.
Y muy especialmente a mi madre Amanda García, a mi padre Andrés Castro, a mis hermanos Francisco y Doris, a los seres que me dieron vida e impulso para seguir adelante , José Manuel, Luis Alberto y al hombre que me ha apoyado en todas mis aventuras, a Manuel Castillo.
Se que todo lo que tiene un principio, debe tener un fin, pero considero que aún faltaba mucho para que la época impresa terminara y diera paso a la era digital, empero influyeron muchos factores que adelantaron el final.
A todos gracias, a los lectores, empresarios, funcionarios, reporteros, publicistas y a los Arróniz de la Huerta, que permitieron mi desarrollo como profesionista, sin distingos, mi eterno agradecimiento. Hasta siempre.