Paso del Macho, Ver.- El amanecer del sábado trajo consigo un dolor difícil de describir. Las calles de la colonia Altamirano se llenaron de silencio cuando los féretros con los cuerpos de Carlos Neri Rodríguez y su hermano Juan Daniel Neri Rodríguez llegaron a su hogar, donde su madre, Elia Chalchi Rodríguez, los esperaba con el alma rota.
Apenas unos días antes, Paso del Macho se volcó en su búsqueda. Desde el jueves 6 de febrero, cuando se perdió su rastro, familiares y amigos recorrieron cada rincón con la esperanza de encontrarlos con vida.
La incertidumbre se convirtió en desesperación y, en un grito de exigencia, bloquearon la caseta en La Antigua para que la gobernadora Rocío Nahle movilizara a las fuerzas del orden. Pero la respuesta llegó demasiado tarde.
La noche del viernes, el hallazgo de sus cuerpos en un cañal del Ejido Actopan apagó toda esperanza.
Carlos Neri no era solo el secretario del Ayuntamiento ni un aspirante a la alcaldía por el Partido Verde.
Para muchos, era un amigo, un hombre de palabra, alguien que extendía la mano sin esperar nada a cambio.
Su humildad y vocación de servicio lo hicieron querido entre los más vulnerables, aquellos a quienes nunca les cerró la puerta.
Hoy, su gente lo despide con dolor. Afuera de su casa, el aroma de las flores y la cera derretida de las veladoras se mezcla con el llanto contenido de quienes se resisten a creer que ya no está.
Familias enteras han llegado a dar el pésame, a ofrecer una oración, a recordar con cariño a quien, con sus acciones, empezaba a escribir su propia historia en Paso del Macho.
Pero ese capítulo quedó inconcluso. Y aunque el duelo pesa, la memoria de Carlos y Juan Daniel no se apaga.
Se quedará en la voz entrecortada de su madre, en los abrazos que se dan los amigos, en la promesa de que la justicia, algún día, llegue para ellos.