Miguel Ángel Contreras Mauss
Amatlán, Ver. – Alberto Jiménez, tío de Eduardo y Jonathan, asesinados, según la familia, por elementos de la Fuerza Civil, dice temer por su vida, pues la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) involucra sus vehículos con el crimen organizado.
A cuatro días de la muerte de los dos niños estudiantes, la comunidad La Patrona ha vuelto a la tranquilidad pues ya no ha habido protestas, sin embargo, el clamor de justicia sigue latente.
En la pequeña casa de madera, láminas de zinc y piso de tierra donde fueron velados los cuerpos de Eduardo y Jonathan, ya solo quedan los familiares, quienes se siguen sin dar crédito sobre lo ocurrido aquel viernes negro.
Alberto, narra a los medios de comunicación paso a paso cómo los elementos de la Fuerza Civil irrumpieron su casa ubicada a un costado de la carretera estatal Amatlán-Cuichapa.
“Estaba con mi esposa y mi hija de cinco años en el cuarto, cuando comenzamos a escuchar varios balazos y después cuando nos dimos cuenta estábamos rodeados de policías, quienes nos hincaron y apuntaron con sus armas largas”, explica.
Mientras él, su esposa y sus hijas eran interrogados por los oficiales, otros policías aprovecharon para registrar la casa en busca de supuestas armas, droga o algo que lo involucrara para detenerlo.
“Yo soy un hombre limpio y no ando en malos pasos, las versiones que dan las autoridades son falsas, mis vehículos no tienen reporte robo, yo exijo a las autoridades a que busquen a los culpables”, subraya y muestra los documentos que avalan que los autos supuestamente decomisados por la Fuerza Civil son de su propiedad y que no cuentan con ningún reporte de robo.
“La camioneta que ellos dicen que tenía armas y equipo para ponchar llantas, es la que mis sobrinos estaban lavando. Si en verdad vinieran en persecución porqué la camioneta no está sucia, si era un día lluvioso y había mucho lodo”, agregó.
Jiménez, dice trabajar en la Ciudad de México y asegura que, aunque pidió a la Policía ver dónde estaban sus sobrinos, los oficiales les negaron y los sacaron de la casa, y después confirmaron que habían sido asesinados.
“Temo por mi vida, la de mi hija y de mi esposa. Los niños sólo querían salir adelante, iban conmigo para hacer trabajos y ganarse un poco de dinero. Yo quiero que se esclarezca y se haga justicia”, apunta.